
El tiempo contigo
era un tiempo distinto.
Contigo las horas
se evaporaban despacio,
lentas y vivas
como la prisa de un caracol.
Pero de repente,
una semana pasaba volando
y luego se sumaban siete días más.
El calendario volaba en ráfagas de furia
hacia los rieles del mundo
que viajaba en tranvía
mientras nosotros íbamos paso a paso
al ritmo de nuestros pies.
Por eso, el tiempo contigo
era un truco de magia.
Olía a durazno y a levadura griega,
a piedras de sal robadas de un galeón..
El tiempo contigo
era tan fugaz y tan lento a la vez
que a veces me parecías una sirena
―antigua, eterna y mitológica―
y otras veces eras tan breve
como una de tus pestañas.
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