viernes, 25 de junio de 2010

EL MAGO QUE PIDIÓ DECIR UNAS PALABRAS FRENTE AL PELOTÓN DE FUSILAMIENTO


―¡Por favor sea breve!― gritó el coronel.
El mago sonrió con burla. Suspiró, sacó el pecho y empezó a decir un tropel de palabras: montaña, nube, pájaro, río, piedra… Cada cosa que el prestidigitador mencionaba iba desapareciendo ante la mirada de los soldados.
El mago―un condenado a muerte por hacer mal uso de sus habilidades― agotó las palabras del cosmos hasta que, al final, dijo su propio nombre y desapareció también…
El coronel y su pelotón quedaron boquiabiertos: habían quedado flotando en medio de la nada, en una especie de hoyo negro, pues el mago había nombrado todas las cosas del universo menos a ellos.

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