
Oigo tus pies.
Son como liebres sosteniendo tus pasos.
Libres, rápidos, alegres,
Se parecen a tus hombros redondos
y al grito delgadísimo
de tus ojos felinos.
Tus pies son blancos,
y dejan sobre la playa
huellas delgadas y alargadas
invisibles a los ojos
de las gaviotas hambrientas.
Oigo tus pies...
Son como el arco de un idioma imposible
que se arrastra por los pisos de madera
y que traen contigo su figura
sostenida altas columnas como piernas.
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