
No eran tus manos,
eran otras.
Yo lo supe en lo hondo de la fisura,
en el nudo de las carnes,
en la palabra tasajeada con nervaduras.
No era tu cara.
Era una máscara
de ovarios inconformes,
un enjambre de óxido.
No eras tú,
era otra imaginación
No es que yo no quiera saborear tu piel.
Es solo que por un instante,
(Un silencio,
un suspiro)
mi cerebro imaginó a otra con tu nombre:
Engañosa y sutil
y diferente a la vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario