
Un gato sobre una teja
bebe la luna como si fuera leche.
Una hoja de árbol aletea sin alas
y tus manos la atrapan
Como una libélula en vuelo.
Todo lo que cae en tus manos se contagia
con la larva de una luz orgánica.
Todo lo llenas
con la radiación de tus pupilas de oxidiana.
Eres una antorcha que quema.
Antigua, fuego, humo, sopor de acantilado.
Eres la levadura de un corazón inflado
que late ansioso de que lo muerdas
con tus labios de quinceañera.
Yo te miro y en silencio me gusta mirarte…
Me gusta cuando tus manos se llenan de harina
Porque esa es una excusa para saborear tus dedos.
Me gusta acompañarte ante el fuego
porque sus llamas crean sombras que danzan sobre tus senos.
Me gusta cuando levantas la nariz
para adivinar los aromas de la noche.
Me gusta cuando me sorprendes observándote
y te ríes…
Bien sabes que hace tiempo quedé encandilado
con los zarpazos de tus ojos de cantera.
Desde entonces, llevo mis herramientas de minero
para excavar los minerales de tu tierra escondida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario