
Esta novela presenta una estructura perfecta… una estructura que, pese a su sencillez, tardé en dilucidar.
La pregunta inicial que taladró mi mente cuando empecé a leerla fue : «¿Si la novela se llama Madame Bovary, por qué empieza con la historia del esposo?».
Lo más curioso es que cuando mis dedos pasaron la última página, me sentí aún más intrigado cuando vi que el autor había reservado para el final la muerte de Carlos Bovary.
«¿Por qué la novela empieza y termina con un personaje secundario?», me pregunté una y otra vez, hasta que un buen día alguien me aclaró la duda.
“Madame Bovary” está diseñada para destacar a su protagonista: una mujer con una vida llena de subidas y bajadas, alegrías y depresiones, locuras y pasiones, contradicciones y verdades… Curiosamente, quien me aclaró esta la duda no fue un literato, sino un instructor de artes plásticas de la universidad. Por supuesto que este profesor no podía hacer otra cosa que explicarme la estructura de “Madame Bovary” con una metáfora visual:
“Para que la curvatura de una línea se destaque debe tener como referencia una línea recta”, fue lo que me dijo, y luego, terminó de aclararme todo.
La protagonista de esta historia tiene una existencia ajetreada, como la curva de una ruleta rusa. En cambio, su esposo, Carlos Bovary, es un personaje en una sola dirección, el contraste perfecto para ella. De esta manera, Flaubert nos pinta un cuadro magistral. Es así como resulta lógico que el esposo de la protagonista sea el primero en aparecer, pues él es quien le da motivos a ella, él le da el apellido Bovary y sin él la protagonista no tendría contra quien rebelarse .
Flaubert tenía una responsabilidad y un orgullo por la literatura que lo hacía escribir y abrazar el diccionario en busca de “la palabra adecuada”.
Pero también pensaba en aquello que no formaba parte de la palabra, es decir, en la disposición de los elementos narrativos, personajes y anécdotas.
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