sábado, 30 de enero de 2010

Esa vez, la lluvia...


Esa vez,
nos sorprendió la lluvia.

Esa vez,
tu cabello parecía de sirena
y tus dedos se arrugaron
como diez pasas de vino.

En tus pestañas largas se colgaron,
como diminutas arañas de cristal,
la gotas
de aquella lluvia sin destino


Esa vez,
corrimos bajo la el vendaval.
Tus ojos de lechuza
jamás me miraron tanto...


Hasta tu silencio había quedado empapado.
Tus labios
sabían diferentes con el agua de lluvia.
El sabor del cielo había caído hasta tu boca
y en tu aliento
sentí el breve calor de tu organismo.

Esa vez,
juntos amasamos un recuerdo.
El agua de lluvia
fungió como argamasa
y como un castillo de arena
tu y yo levantamos una luz en la memoria.

1 comentario:

  1. Me encanta ver y utilizar el recurso de la lluvia en la literatura. Aquí lo que me encanta de este poema es como hila la realidad con la ficción.

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