
"Sus ojos no eran de este mundo. Si alguna vez hubieras visto el color, o mejor dicho, el no color de sus pupilas. Yo nunca supe si los ojos de esa mujer eran grises, verdes o azules. ¿Cómo era eso?, me preguntan todos. Pues, yo creo ni siquiera ella misma sabía cuál era el color de sus ojos. Te lo digo porque que cada vez que llenaba esos formularios del pasaporte ponía la palabra tornasoles en la casilla donde le preguntaban por el color de sus ojos".
―¿Y qué pasó con ella?― me preguntó mi amigo.
Me quedé callado. Sonreí un momento. La verdad, no me gustaba que preguntaran por mis víctimas.
―Esa chica se escondió, debe estar bajo tierra, donde nadie puede verla―le respondí mientras le pedía al mesonero otro par de botellas.
Larsonn se rió de buena gana y bebió otro trago de cerveza sin saber que yo acaba de confesar mi crimen frente a él.
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